El Dr. José Gibert es uno de los científicos más apasionados y generosos que haya existido. Un hombre que mantuvo la ilusión y el trabajo hasta sus últimos días, a pesar de zancadillas (y peores agravios) recibidos por parte de algunos de sus colaboradores. José siempre tuvo también fieles seguidores, y le respaldaron en sus ideas científicos de la talla de Philip Tobias, Dr. Campillo, Dr. Enrique García Olivares o el también prestigioso Yves Coppens y en los últimos años, incluso Emiliano Aguirre, premio príncipe de Asturias, respaldó sus teorías.
Algunos pretenden aún ignorar estos apoyos, para justificar su desprecio por José Gibert, y a su vez, intentar que se olvide su trabajo, ensuciando la historia. Curiosamente, las mismas personas que en un principio estaban a su lado, que prosperaron bajo su amparo, son los que a partir de 1995 hicieron lo posible por frenar los trabajos en Orce, y son exactamente los mismos que ahora gozan de los privilegios de poder excavar en los yacimientos que descubrió José Gibert: Venta Micena, Barranco León, y Fuente Nueva, en Orce.
Algunos pretenden aún ignorar estos apoyos, para justificar su desprecio por José Gibert, y a su vez, intentar que se olvide su trabajo, ensuciando la historia. Curiosamente, las mismas personas que en un principio estaban a su lado, que prosperaron bajo su amparo, son los que a partir de 1995 hicieron lo posible por frenar los trabajos en Orce, y son exactamente los mismos que ahora gozan de los privilegios de poder excavar en los yacimientos que descubrió José Gibert: Venta Micena, Barranco León, y Fuente Nueva, en Orce.
Estes es un blog sobre pintura, por eso a este discreto homenaje a Dr. José Gibert va unido un retrato suyo, que pinté en 2004. José posaba con paciencia, sentado en la pequeña butaca roja que estaba en mi cálido y luminoso estudio de Can Borrell. Yo quería seguir una de esas largas, profundas, amenas conversaciones que él llevaba, pero me era imposible hablar, al estar tan concentrada.
Este retrato tiene su historia, fue expuesto en Orce, en el Palacio de los Segura (Actual Museo José Gibert) en una exposición con el título "Homenaje a José Gibert" [le encantaba el arte, se enamoró de Pepa Beotas por sus cuadros] pero en un momento en que le estaban haciendo todas las artimañas posibles para que no trabajara en los yacimientos que él mismo descubrió. Por eso, no pude evitar hacer alguna modificación en el cuadro, para que quedara patente que estaban intentando frenar su trabajo, a pesar de "homenajearlo".
Más tarde borré los añadidos, porque José no se sentía identificado con ese dolor. Me decía, "María, quita ya las esposas, así no me veo yo". Tampoco a mí me gustaban, el "agujero sangrante" del corazón me había quedado muy vulgar, de un surrealismo malo, e ingenuo. Pero hizo su efecto, al menos muchas personas se acercaron para decirme que les había emocionado, les había hecho pensar y se lamentaron de la situación tan injusta que estaba sucediendo.
Este retrato tiene su historia, fue expuesto en Orce, en el Palacio de los Segura (Actual Museo José Gibert) en una exposición con el título "Homenaje a José Gibert" [le encantaba el arte, se enamoró de Pepa Beotas por sus cuadros] pero en un momento en que le estaban haciendo todas las artimañas posibles para que no trabajara en los yacimientos que él mismo descubrió. Por eso, no pude evitar hacer alguna modificación en el cuadro, para que quedara patente que estaban intentando frenar su trabajo, a pesar de "homenajearlo".
Más tarde borré los añadidos, porque José no se sentía identificado con ese dolor. Me decía, "María, quita ya las esposas, así no me veo yo". Tampoco a mí me gustaban, el "agujero sangrante" del corazón me había quedado muy vulgar, de un surrealismo malo, e ingenuo. Pero hizo su efecto, al menos muchas personas se acercaron para decirme que les había emocionado, les había hecho pensar y se lamentaron de la situación tan injusta que estaba sucediendo.